sábado, 23 de marzo de 2019

LA INCREÍBLE HISTORIA DEL DOCTOR FLÖID, MÍSTER PLA Y EL CUADERNO GRIS


A Josep Pla no me llevaron ni la avidez por el estudio del periodismo literario que ya no se estila, ni el consejo de ese amigo literato irredento que siempre aparece en los momentos más oportunos, ni siquiera esas casualidades que habitan, como ensalmos mágicos, las librerías de viejo. No, a Josep Pla, me acercó una obra de teatro que llamó mi atención en la cartelera del María Guerrero hace más de veinte años: La Increíble Historia del Doctor Flöid y Mr. Pla.

¿Quién era ese Doctor Flöid? ¿Y quién era ese Mister Pla? Estaba claro, que tratándose de Els Joglars, no iba a ser tarea fácil desgranar el significado de la obra para alguien que acaba de llegar al planeta de la literatura tras muchos años de encierro sostenido, con voluntad o sin ella.

¿Cuál sería el mundo del doctor Föid? ¿Cuál el mundo de Mister Pla? Yo sabía que Míster Pla era aquél que si pudiese imaginar otro mundo, imaginaría este mismo mundo.

Me sentí muy tentado por ver cómo Stevenson podía colarse en un teatro, así que compré mi entrada y me senté a ver a esta compañía catalana que andaba paseando esta misteriosa obra stevensoniana. Si Borges, me dije, escribe que entre los hombres que están salvando el mundo se encuentra aquel que agradece que en la Tierra haya Stevenson, estos actores también deben estar salvando el mundo.


No me equivoqué y desde entonces los persigo;  a ellos, Els Joglars, y a Míster Pla, sin que no hubiera una librería de viejo donde no preguntara por su nombre. ¿Míster Pla?; sí, aquí tiene; te aconsejo que empieces con El Cuaderno Gris, lee despacio donde dice que los libros nos dicen que el mundo, los hombres, las mujeres, están hechos de una manera. La vida nos dice que el mundo, los hombres, las mujeres, están hechos de una manera distinta. Los libros nos dicen que existe el amor, la gloria, la bondad, la grandeza. La vida nos dice que no hay nada. Pocas cosas igualan a un viejo librero que con pasión te recomienda un libro.

En mi butaca, me preparé para ver una ficción dentro de la ficción que es el teatro, y una realidad dentro de la realidad que es también el teatro.

El empresario Ramón Marull Ticó, el doctor Flöid, sólo piensa en el dinero, y se ufana de que hasta el jabón y el papel higiénico que utiliza todo el mundo son fabricados por sus empresas; condecorado con la Cruz de Sant Jordi, analiza con la fe de su egoísmo todas las deudas que el país tiene con los empresarios fieles; aunque, sin embargo, se duele de esa veneración que tiene el pueblo hacia los escritores, los actores y los artistas como si fueran ellos los que dan de comer a la gente. Pero Míster Pla le da donde más duele, escribiendo a lápiz sobre unas hojas de un cuaderno gris: Uno puede divagar sobre los orígenes de la moral, quedándose fuera de los negocios. Hacerlo desde dentro es peligroso y arriesgado; y eso no se lo perdonará nunca, ni el señor Marull ni aquellos a quienes el empresario da de comer, que son muchos.

Sí, señor Marull, usted no podrá evitar beber la poción que le convertirá, sin remedio, en Míster Pla, quien le dirá, con acento payés, todas las cosas que nunca quiso oír, Sí Míster Flöid, ya sabe que la vida tiene tan pocas cosas agradables que menospreciar una sola es de un salvajismo absoluto. Y en ello andamos veinte años años después, recordando que al más grande creador en lengua catalana en el siglo XX, nunca le dieron el Premio de Honor de la Letras Catalanas. Bueno, tampoco a Borges le dieron el Premio Nobel y lo seguimos leyendo.

Pasará el jabón y el papel higiénico, señor Marull, pero quedarán para siempre Josep Pla y Jorge Luis Borges. Por eso, todavía esperamos con fe, que vuelva a reeditarse la fórmula de la poción mágica y todos los Míster Flöid se conviertan, aunque sea por un momento, en Míster Pla.




No hay comentarios:

Publicar un comentario