sábado, 25 de marzo de 2023

EL PRINCIPITO NO SABÍA LO QUE ERA UN BAOBAB

Lo siento, pero tengo que deciros que el Principito no tenía ni idea de qué era un baobab y qué significaba. 

Leyendo a Saint-Exupéry descubrí, al tercer día, el drama de los baobabs y me surgieron muchas dudas al respecto. Desde el primer momento que llegué a Mali no sabía si yo iba a ser capaz de contradecir al Principito y a Antoine de Saint-Exupéry debido a la cantidad de días que estuvimos juntos desde niño dibujando corderos que comieran arbustos, zorros domesticados y serpientes con forma de demonio.

Para el Principito y su diminuto planeta los baobabs eran un peligro evidente, según él contaba, pues el suelo del planeta estaba plagado con sus semillas. Y de un baobab, si uno se deja estar, no es posible desembarazarse nunca más. Obstruye todo el planeta. Lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño, y los baobas son numerosos lo hacen estallar.

Después de algunas lecturas he llegado a la conclusión de que no te puedes creer todo o casi nada de los escritores porque hablan por medio de símbolos y metáforas, palabras que significan una cosa y con el juego de la sintaxis significan otra. Y yo estaba seguro de que respecto a los baobabs Saint-Exupéry y el Principito se equivocaban. Así que pregunté por todas partes hasta que me dijeron: 

—¿Baobabs?, ¡claro!, aquí hay muchos esto es África— me dijo la primera persona a la que le pregunté. 

—Allá a la orilla de río hay varios. Es un árbol sagrado. No se puede cortar sin que la naturaleza se ofenda— me dijo la segunda persona a la que le pregunté.

Y pensé que el Principito nunca arrancó baobabs, posiblemente fueran otro tipo de árboles y él no lo sabía. Hay que obligarse a arrancar los baobabs —me dijo el Principito— en cuanto se les distingue de los rosales a los que se parecen mucho.

Llegué a la conclusión de que El Principito nunca supo diferenciar un baobab de un rosal y si llega a venir a Mali y hablado con la gente de aquí hubiera escogido para su metáfora un árbol dañino y no un árbol de la vida como es el baobab. 

Me acerqué a la orilla del Níger y no identifiqué ningún árbol gigantesco cuya sombra cubriera toda la superficie más allá del horizonte. Sólo vi uno diferente pero tenía muy pocas hojas y parecía herido con visibles cortes de cuchillo.

A la primera persona que pasaba por allí le pregunté si había baobabs por allí; y rápido me contestó:

— Claro, está usted al lado de uno. 

—¿Esto es un baobab?— le dije. 

—Sí, lo que pasa es que todavía es muy pequeño— me contestó. 

—¿Y por qué apenas tiene hojas y parece rajado por cuchillos?

—Todo este árbol es mágico— me dijo— las hojas las coge la gente como fármaco y antibiótico, la savia tiene muchos poderes curativos también. Las hojas sirven para comer y se hace una especie de cocido que limpia tu estómago. No debes cortarlo nunca porque te quedarás sin medicamentos. 

Pensé que Saint-Exupéry se equivocó de árbol. 

—¿Y hay alguna recomendación que me quieras hacer si planto en mi jardín un baobab? 

—Sí, nunca construyas tu casa donde llegue la sombra de un baobab. 

—Eso haré, desde luego que lo haré.

Ahora, después de esta aventura con mi buen equipo tengo que terminar diciendo que aunque en el cuento el Principito dice: «¡Niños tengan cuidado con los baobabs!», yo les digo que es un árbol sagrado, que sus hojas son suaves y su tronco también; y que aquí es el árbol de la vida.

Lean El Principito, sí, pero recuerden que los escritores viven de símbolos y metáforas, porque a mí ¡me encantan los baobabs! Y eso, que éste que vi era muy pequeñito.









sábado, 18 de marzo de 2023

ÚLTIMAMENTE SE VEN MUCHAS BANDERAS RUSAS

Aquí, y en todas partes, andar es ver la lucha de la comunicación. Aquí, y en todas partes, es ver la batalla de la percepción.

Últimamente a lo largo del Níger se ven muchas banderas rusas. Sobre todo en las barcas, porque como decía Steersman, mi padre, marino mercante, quien domina el océano, domina el mundo. Y aquí, el océano es el río Níger, que lleva palabras, versos y banderas de uno a otro confín. 

Y sigo la batalla de la comunicación que ahonda sus zarpas en todas las sociedades, incluso en ésta, o sobre todo en ésta.

Y recuerdo mientras subo en una barca esas "Sendas de la memoria" por las que transité con Octavio Paz, el maestro, de ahí mi lucha contra los infrarrealistas y el grupo de Roberto Bolaño, que de mi enemigo público pasó a ser amigo íntimo por una cuestión de desordenada lectura, y me recuerda Octavio Paz:

"¿Para qué sirven hoy nuestros poderosos medios de publicidad si no es para propagar y predicar un chato conformismo?

Para Goethe la lectura de los periódicos era un rito, medio siglo después para Baudelaire, era una abominación, una mancha que había que lavar con una ablación espiritual.

Nosotros estamos encerrados en esa cárcel de espejos y de ecos que son la prensa, la radio y la televisión que repiten, desde el amanecer hasta la media noche, las mismas imágenes y las mismas fórmulas.

La civilización de la libertad nos ha convertido en una manada de borregos. Uno de los rasgos, en verdad, desoladores de nuestra sociedad es la uniformidad de las conciencias, los gustos y las ideas, unida al culto a un individualismo egoísta y desenfrenado."

Y seguimos el río viendo cómo las percepciones varían en función de intereses que no sabíamos que existían. Que todo estaría muy bien si no fuera porque esos intereses alcanzan carne y piel algunas veces, y las más de ellas el espíritu. Y las dos cosas duelen.














sábado, 11 de marzo de 2023

ENCONTRÉ AL POETA EN MALI, ISMAÏLA SAMBA TRAORÉ

Ayer estuve en la casa de un poeta. Afuera, en la calle hacía muchísimo calor maliense, pero en su casa nos cobijaba la sombra de una terraza, el fresco ramaje de una enredadera y el reposado paraíso con forma de una biblioteca. Se respiraba memoria, se respiraba tranquilidad. En ese momento recuerdo en voz baja un verso suyo: «Nuestra marcha y nuestra cólera durante siglos, nuestra sangre escurrida hará humear las islas, pequeño continente de rectitud y de memoria».

Los hombres sabios supuran hospitalidad y yo ayer me llené de ella y de toda la tradición poética que se puede llevar durante siglos en los embastes de una caravana que atraviesa el corazón de África; sabanas, selvas y desiertos. No hay lugar como esos donde pueda esconderse la verdadera poesía. En el desierto, en la mar, en las selvas, en los páramos y en la sabana. Aunque también en la casa de mis antepasados, donde vivía el capitán Pascual Pareja, que es mi memoria.

Y el poeta habla de palabras, de ritmos, de tradición oral y yo lo escucho con su libro Tunkaranké en mis manos y oigo un verso que es una premonición: «La palabra se filtra. A partir de entonces se hunde en cientos de costillas en la conciencia del siglo de la herejía, pero se detendrá este día a las puertas de la razón el retorno programado de las carabelas».

Y me detengo en ese verso y en ese tiempo en que la palabra nos lleve a las puertas de la razón y no a la locura violenta que vivimos en todo lugar y en todo tiempo; que para eso están los poetas para que la palabra harta de hundirse en las costillas de la conciencian se hundan por fin en la piel de la razón, atravesada por poetas.

Le cuento la felicidad que me da conocer al hombre que había editado la Antología de la Poesía Maliense que me estaba llenando de vida en esta misión que llevo en Mali. Ya llevo unos cuantos meses y resulta que uno de mis trabajos es buscar poetas y va Ismaïla Samba Traoré y me los coge a todos incluso a los andalusíes que llegaron a la curva del Níger hace más de quinientos años; y los de ahora.

Abro el libro y le digo a Ismaïla que me parece uno de esos descendientes de poetas andalusíes que el recoge en traducción del árabe en la Antología; y me habla de la memoria del dolor y yo le leo unos versos de su libro de poemas sobre el discurso de los emigrantes. «Érase una vez que no había dolor en tu memoria. Érase una vez el ser aún no agotado que desafiaba a los compradores en Casamance, y a los gladiadores del imperio como ídolos de la tierra.»

Espero que poetas como él sigan con fuerzas para luchar y desafiar a todos los compradores de Casamance, que es la metáfora del mal absoluto; que pervive en todo lugar y en todo tiempo. 

He pasado mil horas con palabras de poetas, con café o té, pero hablar con Ismaïla me ha traído a la voz absoluta de la poesía, que se mueve por un único camino aunque hable en diferente lengua o con diferente color. Porque las palabras de los poetas son del espíritu y el espíritu es inmortal.

Y abro ahora al azar la Antología de Poesía Maliense y, en mi mente, traduzco con mi francés de andar por casa un poema de Fily Dabi Sissoko, padre de la poesía maliense. Y ya no me asombra que el juego de apariencias, la farsa, el vacío es común a todas las geografías donde habita el ser humano, y que seguirá así por siempre salvo que nos demos cuenta que el vacío es la ausencia de reflexión.

Se dice que la calabaza está vacía de comida; que el camino está vacío de transeúntes; que el cielo está vacío de nubes.

Se dice que el ladrón vacía la choza; que la ciudad está vacía de habitantes; que el estanque está vacío de peces; que el panal de la abeja está vacío de miel.

Todo es una farsa.

Todo es apariencia de vacío.

Todo esto está vacío sólo de nombre.

El vacío es la ausencia de reflexión.

Salí de la casa de Ismaïla y me creía un gigante. Si cuando estuve en el orfanato la puerta de la casa de donde salí llorando me llegaba a la cintura de tristeza; hoy la puerta de la casa de donde salí recitando versos y riendo también me llegaba a la cintura.

Ismaïla Samba Traoré, poeta, editor de la Sahelienne, presidente de Pen Mali; cuando tus palabras leen, que son ellas las que se leen solas, me lleno de nuevo de toda la poesía que conozco y que se escribieron en mil lenguas diferentes. Nos debemos otro café en ese paraíso que es tu casa, que es la casa de un poeta que no solo está construida con piedra, cemento y arena, sino con versos. Nos vemos pronto, poeta.

Sigo la palabra como una caricia. Soy una ilusión que dura como la brisa.



Escribe José Emilio Pacheco que la Poesía es como ese aire de la luciérnaga que queda entre tus dedos: "Al huir, la luciérnaga dejó un viento en mi mano". 

Hoy, para mí, la poesía ha sido ese agua que ha quedado entre mis dedos: "Al lavar mis manos, miré el brillo del agua y la poesía estaba allí".







domingo, 5 de marzo de 2023

UN FUTURO QUE NO EXISTE

Hay lugares donde los niños viven como si el futuro no existiera, esos lugares donde apenas tendrán nombre, pero que todos sufrirán sin conciencia de ello, fieramente humanos, como auténticos niños que con sus ojos nos cuentan sus verdades bárbaras, terribles, llenos de una inconsciente vida amorosamente cruel.

Hay lugares de vértigo que achican nuestros pulmones provocando una asfixia que desconocemos, porque en nuestro mundo nos hemos acostumbrado a vivir siempre en el futuro perfecto. Y ayer estuve en ese lugar donde los niños, más solos que la vida, viven en un continuo de tinieblas en el futuro imperfecto que no existe.

Ayer, hasta el aire lo sentí excesivo mientras ellos reían, porque no eran conscientes de que estaban muy solos y que con toda probabilidad ni el pan de cada día ni las trece respiraciones por minuto podrían salvarlos como ellos creían. 

No pueden ir a la escuela, no llegará una familia que los adopte, ni aparecerá el futuro por ninguna parte pintado bajo sus eternas sonrisas. Y sé muy bien que en unos años no estarán, y no estarán en ninguna parte porque hay lugares donde decir hasta mañana es decir hasta nunca. En unos años, no estarán en los sueños de nadie y su destino y porvenir seguirán sin existir.

Aquí no se mira el horizonte porque la casa es muy estrecha para tantos niños, porque no hay familia que note sus ausencias. Por eso, cuando me iba viendo sus sonrisas, y mis lágrimas, recordé aquellos versos que me devolvían al futuro imperfecto que les esperaba a esos inocentes: «Era mi dolor tan alto que la puerta de la casa de donde salí llorando me llegaba a la cintura. ¡Qué pequeños resultaban los hombres que iban conmigo»

Ayer estuve en un orfanato. Ayer estuve en una casa estrecha donde viven niños que solo tienen presente, que no fía mucho a largo plazo.

Pero soñé que abrían las adopciones en Mali y que se llenaban sus inocentes mejillas de besos vividos egoístamente como solo suyos, sin compartir con todos los demás niños esos amorosos labios que por fin eran ¡solo suyos! Besos únicos para cada uno de ellos.

¡Creemos un futuro perfecto antes de que nos coma a todos el futuro imperfecto de subjuntivo! ¡No está de más soñar que abren las adopciones en Mali!