sábado, 4 de mayo de 2019

VENEZUELA ENTRE DOÑA BÁRBARA Y YO, CON RÓMULO GALLEGOS



Me enamoré de Doña Bárbara desde que subí a aquel bongo que remontaba el Arauca bordeando las barrancas de la margen derecha. Dos bogas lo hacían avanzar mediante una lenta maniobra de galeotes. Imáginate que llegas a Venezuela y te dicen que allá en las riberas del Río Negro sigue viviendo la devoradora de hombres, la trágica guaricha, fruto engendrado por la violencia del blanco aventurero en la sombría sensualidad de la india, y cuyo origen se perdía en el dramático misterio de las tierras vírgenes.

¿Qué tendrá Venezuela?, me pregunté, cuando las siniestras intenciones del taita vuelven cada cierto tiempo. Ella sólo recordaba que había caído de bruces, derribada por una conmoción subitánea y lanzando un grito que le desgarró la garganta. Y luego el festín de su doncellez: Ahora podemos vendérsela al turco, aunque sea por las veinte onzas que ofreció enantes. Veinte onzas, ¿serán menos que treinta monedas?

Si su belleza había perturbado la paz de la comunidad, ahora perturbaría toda la llanura, que sería para ella, incluyéndome a mí. Su primera víctima fue Lorenzo Barquero, yo he sido la última, hasta ahora. El Orinoco es un río de ondas leonadas; el Guainta las arrastra negras. En el corazón de la selva, aguas de aquél se reúnen con las de éste; más por largo trecho corren sin mezclarse, conservando cada cual su peculiar coloración. Ese era el límite de civilización y barbarie, donde viví con ella. Yo adoro los ríos y sus desembocaduras y los cotos y las marismas y las junglas; nací en ellos. Cómo no iba a caer a los pies de Bárbara. Con su belleza, la barbarie iba a dominar a la civilización como ha hecho siempre, porque no es bueno dejar el futuro sólo en manos de hombres cultos y civilizados, ¿dónde nos han llevado estos? Pues a El Miedo. Pero lo que ellos no se dieron cuenta es que El Miedo ahora es de doña Bárbara.

Y doña Bárbara no quiere hombres, salvo para su provecho y ambición, ya fue violada, maltratada, y disfrutaron de su belleza sin que ella lo autorizara, por veinte onzas. Ahora esa belleza domina todo el cuadro del Arauca: Hombres ha habido y no principios, desde el alba de la República hasta nuestros brumosos tiempos: he aquí la causa de nuestros males. a cada esperanza ha sucedido un fracaso y un caudillo más en cada fracaso y un principio menos en la conciencia social.

Todavía recuerdo la cena con aquel señor venezolano, a la que me invitó su hija para que lo conociera: "Te va a gustar, mi padre es profesor de literatura en Barquisimeto". Hablamos de literatura, sobre todo de Góngora; aunque yo sólo quería hablar de Rómulo Gallegos y doña Bárbara: - Santos Luzardo, que significa el progreso, la ley, la civilización, quiere vender toda la tierra y huir a Europa, ya no puede más; porque la barbarie se instaló como siempre en Venezuela, una barbarie que controla las llanuras, que ejerce el mal y agota toda riqueza; aquí, en Venezuela, por mucho que Rómulo Gallegos se empeñara en su novela, no va a haber final feliz. Va a ser muy difícil que desaparezca la cacica del Arauca.

Bueno, Norberto, dijo rápido, volvamos a las Soledades de Góngora y al culteranismo, y se puso a declamar: Era del año la estación florida en que el mentido robador de Europa (media luna las armas de su frente, y el Sol todos los rayos de su pelo), luciente honor del cielo, en campos de zafiro pace estrellas.

Aquel día de hace muchos años no entendí a aquel señor de Barquisimeto mientras comíamos arepas hasta reventar. Ahora lo entiendo un poco más: Va a ser muy difícil que desaparezca la cacica del Arauca.

Despierta Venezuela, sé libre. Haz que desaparezcan todas las cacicas y caciques desde el Arauca al Orinoco.