Ya no hacen falta estrellas: quitadlas todas,
guardad la luna y desmontad el sol,
tirad el mar por el desagüe y talad los bosques,
porque ahora ya nada puede tener utilidad.
Funeral Blues
W. H. Auden
He pasado unos días en la Otra Banda de la Argónida. Suelo ir cada verano. Allí siempre coincido con unos vendedores ambulantes que llevan en sus alforjas toda clase de libros y que montan sus tenderetes en La Calzada. Hasta ahora ni ellos ni yo hemos fallado.
Dos cosas me han sorprendido siempre: la primera, que dejen todos sus libros por la noche en los puestos únicamente protegidos por una simple lona; y la segunda, que libros nuevos de cuidadas ediciones y que en su momento valían su peso en oro, ahora anden deambulando por lugares perdidos a precio de saldo.
Para responder a la primera inquisición debo decir que, a propósito, he pasado por allí a altas horas de la madrugada buscando a ese can Cervero que aparte de las puertas del infierno protege los libros en La Calzada. No lo he hallado, por ahora. Prometo que seguiré indagando.
Respecto a la segunda inquisición, debo reconocer que las leyes del mercado se me escapan, y eso que terminé haciéndome intendente para emular a Pessoa y a Bernardo Soares allí en la calle de los Doradores como ayudante de contabilidad de la casa Vasques y Cía. Tal vez mi destino sea eternamente ser contable, y la poesía o la Literatura una mariposa que parándoseme en la cabeza, me torne tanto más ridículo cuanto mayor sea su propia belleza.
Pues no, como les venía diciendo, no entiendo las leyes del mercado, pero tengo que contarles que en La Otra Banda de la Argónida pueden encontrarse libros de muy cuidadas ediciones por unos precios que me hacen pensar que el libro en papel no tiene más futuro que ése: La Casa de los Buddenbrooks de Thomas Mann por 3€, el Teatro Completo de Moliere por 3€, Máscaras y Paradojas de Pessoa por 3€, la Narrativa Completa de Herman Melville por 3€, la Poesía Escogida de Dorothy Parker, Máximas y Pensamientos de Marcel Proust, Voltaire, Schopenhauer, Joseph Joubert, De la Rochefoucauld....
He llenado mis alforjas con algunos libros. Ya saben que el invierno se presume largo y frío.
Justo cuando ya había dado por terminada mi visita a los puestos de libros, se me acercó un hombre con pinta de guiri, de pelo rubio, raya al lado izquierdo con una onda cubriéndole la frente; con esa piel clara que te augura en este lado de la Argónida varios días de derrota frente al sol y con una media sonrisa de personaje popular, de la que no se sabe si atrae o repele. Vestía chaqueta gris, camisa marrón y corbata negra en un estilo no muy apropiado para esta Banda de la Argónida. Me sorprendió que no estuviera sudando como un pollo:
Respecto a la segunda inquisición, debo reconocer que las leyes del mercado se me escapan, y eso que terminé haciéndome intendente para emular a Pessoa y a Bernardo Soares allí en la calle de los Doradores como ayudante de contabilidad de la casa Vasques y Cía. Tal vez mi destino sea eternamente ser contable, y la poesía o la Literatura una mariposa que parándoseme en la cabeza, me torne tanto más ridículo cuanto mayor sea su propia belleza.
Pues no, como les venía diciendo, no entiendo las leyes del mercado, pero tengo que contarles que en La Otra Banda de la Argónida pueden encontrarse libros de muy cuidadas ediciones por unos precios que me hacen pensar que el libro en papel no tiene más futuro que ése: La Casa de los Buddenbrooks de Thomas Mann por 3€, el Teatro Completo de Moliere por 3€, Máscaras y Paradojas de Pessoa por 3€, la Narrativa Completa de Herman Melville por 3€, la Poesía Escogida de Dorothy Parker, Máximas y Pensamientos de Marcel Proust, Voltaire, Schopenhauer, Joseph Joubert, De la Rochefoucauld....
He llenado mis alforjas con algunos libros. Ya saben que el invierno se presume largo y frío.
Justo cuando ya había dado por terminada mi visita a los puestos de libros, se me acercó un hombre con pinta de guiri, de pelo rubio, raya al lado izquierdo con una onda cubriéndole la frente; con esa piel clara que te augura en este lado de la Argónida varios días de derrota frente al sol y con una media sonrisa de personaje popular, de la que no se sabe si atrae o repele. Vestía chaqueta gris, camisa marrón y corbata negra en un estilo no muy apropiado para esta Banda de la Argónida. Me sorprendió que no estuviera sudando como un pollo:
¿De quién son esos versos, señor Auden?
De Vachel Lindsay, me dijo.
¿Puede comentármelos un poco?, le pregunté.
Se comentan solos, me contestó secamente.
Miró el reloj e intuí que tenía prisa, así que desistí de preguntarle si durante su vida había sido feliz. Es una pregunta recurrente para que un poeta hable acerca de la felicidad.
Me despedí de él con toda cordialidad y vi cómo se marchaba en dirección a La Calzada. Nadie de los que estaban allí le echó una mirada al forastero.
Como esa noche de verano apetecía vivirla en la calle, me senté en un banco, abrí el libro de Wystan Hugh Auden y leí su poema El Ciudadano Desconocido, que como toda buena poesía se comenta sola:
El Departamento de Estadística descubrió que era
alguien contra quien no había ninguna queja oficial,
y todos los informes sobre su conducta están de acuerdo
en que, en el sentido moderno de una palabra anticuada, era un santo,
ya que todo cuanto hizo fue en servicio de la Comunidad.
Excepto el tiempo que duró la guerra, trabajó hasta el día de su jubilación
en una fábrica y nunca fue despedido,
sino que satisfizo a sus patronos, Motores Fudge S.A.
No era un esquirol ni tenía opiniones extrañas,
y su Sindicato informa que cumplió con su deber
(nuestro informe sobre su Sindicato indica que era de fiar).
Nuestros trabajadores de Psicología Social descubrieron
que era popular entre sus compañeros y le gustaba salir a tomar alguna que otra copa.
La prensa está convencida de que compraba el periódico todos los días
y sus reacciones a la publicidad eran normales en todos los sentidos.
Las pólizas hechas a su nombre demuestran que estaba asegurado a todo riesgo,
y su cartilla de Atención Sanitaria indica que ingresó una vez en el hospital pero salió curado.
Tanto Sondeo de Producción como Alto Nivel de Vida declaran
que tenía actitud sensata entre las ventajas del Pago a Plazos
y poseía todo lo que necesita el Hombre Moderno,
fonógrafo, radio, coche y frigorífico.
Nuestros investigadores de Opinión Pública están convencidos
de que tenía las opiniones adecuadas según la época del año;
cuando había paz, estaba a favor de la paz, cuando hubo guerra, acudió.
Se casó y aportó a la población cinco hijos,
lo que era el número adecuado para un progenitor de su generación según nuestro Eugenista,
cuando había paz, estaba a favor de la paz, cuando hubo guerra, acudió.
Se casó y aportó a la población cinco hijos,
lo que era el número adecuado para un progenitor de su generación según nuestro Eugenista,
y nuestros maestros atestiguan que nunca se entrometió en su educación.
¿Era libre? ¿Fue feliz? La pregunta es absurda:
si algo hubiera ido mal, con toda seguridad nos hubiéramos enterado.
¿Era libre? ¿Fue feliz? La pregunta es absurda:
si algo hubiera ido mal, con toda seguridad nos hubiéramos enterado.
En Cambridge la calle principal, King´s Parade, está muy animada y hacen un chocolate muy bueno en una de sus tiendas. Visitamos el Pub donde hace sesenta años se dio cuenta por primera vez del descubrimiento de la cadena de ADN y luego en un quiosco comimos Cornish pasties para almorzar. Después, como pudimos, intentamos hacer "punting" en el río Cam, primera fotografía.
"Es fácil criticar al rentista por vivir como un parásito del trabajo de los demás, pero ninguna persona honesta dejaría de ocupar su lugar si pudiera. Un ingreso privado permite a su afortunado poseedor ser afectuoso, tolerante y alegre, visitar el extranjero y mezclarse con toda clase de gente, y una civilización como la nuestra es en gran medida creación de la clase ociosa. Muchos de sus miembros son egoístas y desagradables, pero si hacen daño suele ser sólo a sí mismos, y creo probable que el porcentaje de gente desagradable sea menor en esta que en cualquier otra clase"
ResponderEliminarW.H. Auden
No, no es ese tipo de gente quien riega de violencia y sangre a su diestra y su siniestra las guerras.