domingo, 12 de octubre de 2014

LOS BIENAVENTURADOS



Pedro Lloros tenia la tripa triste, y la tripa es lo peor que una persona puede tener afligido, porque arrastra a cualquier otro órgano del cuerpo; empezando por la mente, llenándola de la miasma de la necesidad y acaba en el corazón, supurando no poco vicio.

A Pedro Lloros y sus amigos los conocí en una reseña de El Correo Literario del 1 de julio de 1951, que firmaba un escritor vasco de nombre Ignacio Aldecoa, al que terminé persiguiendo con no poca envidia, y al que acabé plagiando (no tenía más remedio) en un cuento titulado Gente de invierno, que publiqué con seudónimo hará unos treinta años en una  revista local de mínima tirada que espero haya desaparecido por completo.
Pedro Lloros se alimentaba de sueños que es el mejor manjar de un pobretón. Pescador era bueno; ladrón algo torpe; vago, muy vago. Odiaba a los gimnastas.

Con Pedro Lloros descubrí unas bienaventuranzas que junto con los fragmentos del evangelio apócrifo de Borges completaron las que yo llevaba a fuego de la mano del evangelista San Mateo.

Bienaventurados los vagos porque sólo son egoístas de sombra o de sol según el tiempo.
Bienaventurados porque son despreciados y les importa un comino.
Bienaventurados porque son como niños y les gusta jugar a cazadores para alimentarse y no para divertirse.
Bienaventurados porque tienen el alma sensible y se duelen de las desgracias del prójimo: de que el prójimo trabaje demasiado, de que el prójimo luche por una posición en la vida, de que el prójimo sea tonto.
Bienaventurados los vagos porque son temerosos de la ley aunque nada tienen que perder.
Bienaventurados porque son como minerales con alma y porque les gusta divertirse honestamente y porque lloran cuando se les hace daño y porque hablan de tú a las estrellas y porque dicen “el padre sol” y “la madre luna” y “la noche serena” o “el día está amurriado”, “o la trucha se pesca en los pocillos frescos y el cangrejo mejor es el de agosto” y saben refranes antiguos y a los vientos les cambian los nombres.
Bienaventurados los vagos.

Después de leer esa proclamación de la felicidad y de la dicha, que hasta ese día no me había planteado, decidí seguir a Pedro Lloros en su deambular por la vida. El primer día me presentó a don Anselmo que ya se preparaba para pasar el invierno en la cárcel porque decía que era un buen sitio hivernar con techo y comida caliente; y posteriormente me introdujo en las vidas de Lino y Andrajos con quienes se hablaba de usted  y junto a los que decidió que había que dar algún golpe para poder cambiar de vida.

Pedro Lloros aprendió sin necesidad de leer los evangelios apócrifos de Borges que no basta ser el último para ser alguna vez el primero, cosa que ya sabemos los que nos llevamos todos los palos; y que no hay por qué amargarse por ello, ya que es feliz el pobre sin amargura o el rico sin soberbia y, como Lino y Andrajos, que andan con él persiguiendo una nutria para poner el primer peldaño de una nueva clase de felicidad, sabe que para ser algo más feliz debemos pensar que los otros son justos o lo serán, y si no es así, no es tuyo el error. Por eso él se mira los zapatos gastados, el pantalón raído y el jersey con los codos deshilachados porque ha aprendido con el sol y con las nubes que nadie es la sal de la tierra, y que nadie, en algún momento de su vida, no lo es.

Yo les explico a ellos, pobres vagabundos, que lo que les está pasando es que alguien está jugando con ellos para terminar de explicar los vocablos makários (griego), beatus (latino) y baruck (hebreo): bienaventurado, dichoso, con buena suerte, que en absoluto debemos identificar, como hace este desnortado siglo, con el éxito. El éxito es otra cosa y no siempre buena.

Lean despacio las bienaventuranzas de Pedro Lloros, del Evangelio Apócrifo de Borges y de El Sermón de la Montaña de Jesús de Nazaret contado por San Mateo. Yo les escribo, desde la cárcel del cuartelillo, donde nos espera para este invierno comida caliente y un techo, unos simples ejemplos para que vean que no es la moral la que forja al bienaventurado, si no las circunstancias y, a veces, la baraka.

Bienaventurados los que lloran: porque ellos serán consolados. (Versículo 5, San Mateo)
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán saciados (Versículo 6, San Mateo)

Desdichado el que llora, porque ya tiene el hábito miserable del llanto. (Versículo 4, Evangelio Apócrifo de Borges)
Dichosos los que saben que el sufrimiento no es una corona de gloria. (Versículo 5, Evangelio Apócrifo de Borges)

Bienaventurados los vagos porque sólo son egoístas de sombra o de sol según el tiempo. (Versículo 2, Bienaventuranzas de Pedro Lloros, Ignacio Aldecoa)
Bienaventurados porque son despreciados y les importa un comino. (Versículo 3, Bienaventuranzas de Pedro Lloros, Ignacio Aldecoa)

Desde luego, aun pasando por la cárcel, estoy aprendiendo no pocas cosas con el Lloros, el Andrajos y el Lino, este último acaba de soltar una sentencia que conviene pensar:

- Sí, Andrajos. Tú que tienes más cultura, lo puedes entender mejor. La vida hay que gozarla, porque luego se te para el reloj y te entierran, con buena suerte, porque si caes por el hospital se dedican a hacerte pizcas y estudiarte.






3 comentarios:

  1. Bienaventuranzas de El Sermón de la Montaña en el Evangelio de San Mateo:

    Bienaventurados los pobres de espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos. (Versículo 3)

    Bienaventurados los mansos: porque ellos poseerán la tierra. (Versículo 4)

    Bienaventurados los que lloran: porque ellos serán consolados. (Versículo 5)

    Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán saciados (Versículo 6)

    Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos obtendrán misericordia. (Versículo 7)

    Bienaventurados los limpios de corazón: porque ellos verán a Dios. (Versículo 8)

    Bienaventurados los pacíficos: porque ellos serán llamados hijos de Dios. (Versículo 9)

    Bienaventurados los que sufren persecución por la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. (Versículo 10)

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  2. FRAGMENTOS DEL EVANGELIO APÓCRIFO DE BORGES

    3. Desdichado el pobre en espíritu, porque bajo la tierra será lo que ahora es en la tierra.

    4. Desdichado el que llora, porque ya tiene el hábito miserable del llanto.

    5. Dichosos los que saben que el sufrimiento no es una corona de gloria.

    6. No basta ser el último para ser alguna vez el primero.

    7. Feliz el que no insiste en tener razón, porque nadie la tiene o todos la tienen.

    8. Feliz el que perdona a los otros y el que se perdona a si mismo.

    9. Bienaventurados los mansos, porque no condescienden a la discordia.

    10. Bienaventurados los que no tienen hambre de justicia, porque saben que nuestra suerte, adversa o piadosa, es obra del azar, que es inescrutable.

    11. Bienaventurados los misericordiosos, porque su dicha esta en el ejercicio de la misericordia y no en la esperanza de un premio.

    12. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ven a Dios.

    13. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque les importa más la justicia que su destino humano.

    14. Nadie es la sal de la tierra, nadie, en algún momento de su vida, no lo es.

    15. Que la luz de una lámpara se encienda, aunque ningún hombre la vea. Dios la verá.

    16. No hay mandamiento que no pueda ser infringido, y también los que digo y los que los profetas dijeron.

    17. El que matare por la causa de la justicia, o por la causa que el cree justa, no tiene culpa.

    18. Los actos de los hombres no merecen ni el fuego ni los cielos.

    19. No odies a tu enemigo, porque si lo haces, eres de algún modo su esclavo. Tu odio nunca será mejor que tu paz.

    20. Si te ofendiere tu mano derecha, perdónala; eres tu cuerpo y eres tu alma y es arduo, o imposible, fijar la frontera que los divide.

    24. No exageres el culto de la verdad; no hay hombre que al cabo de un día, no haya mentido con razón muchas veces. 25. No jures, porque todo juramento es un énfasis.

    26. Resiste al mal, pero sin asombro y sin ira. A quien te hiriere en la mejilla derecha, puedes volverle la otra, siempre que no te mueva el temor.

    27. Yo no hablo de venganzas ni de perdones; el olvido es la única venganza y el único perdón
    .
    28. Hacer el bien a tu enemigo puede ser obra de justicia y no es arduo; amarlo, tarea de ángeles y no de hombres.

    29. Hacer el bien a tu enemigo es el mejor modo de complacer tu vanidad.

    30. No acumules oro en la tierra, porque el oro es padre del ocio, y este, de la tristeza y del tedio.

    31. Piensa que los otros son justos o lo serán, y si no es así, no es tuyo el error.

    32. Dios es mas generoso que los hombres y los medirá con otra medida.

    33. Da lo santo a los perros, echa tus perlas a los puercos; lo que importa es dar.

    34. Busca por el agrado de buscar, no por el de encontrar . . .

    39. La puerta es la que elige, no el hombre.

    40. No juzgues al árbol por sus frutos ni al hombre por sus obras; pueden ser peores o mejores.

    41. Nada se edifica sobre la piedra, todo sobre la arena, pero nuestro deber es edificar como si fuera piedra la arena...

    47. Feliz el pobre sin amargura o el rico sin soberbia.

    48. Felices los valientes, los que aceptan con animo parejo la derrota o las palmas.

    49. Felices los que guardan en la memoria palabras de Virgilio o de Cristo, porque éstas darán luz a sus días.

    50. Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor.

    51. Felices los felices




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  3. Bienaventuranzas del cuento los Bienaventurados de Ignacio Aldecoa:

    Bienaventurados los vagos porque sólo son egoístas de sombra o de sol según el tiempo.

    Bienaventurados porque son despreciados y les importa un comino.

    Bienaventurados porque son como niños y les gusta jugar a cazadores para alimentarse y no para divertirse.

    Bienaventurados porque tienen el alma sensible y se duelen de las desgracias del prójimo: de que el prójimo trabaje demasiado, de que el prójimo luche por una posición en la vida, de que el prójimo sea tonto.

    Bienaventurados los vagos porque son temerosos de la ley aunque nada tienen que perder.

    Bienaventurados porque son como minerales con alma y porque les gusta divertirse honestamente y porque lloran cuando se les hace daño y porque hablan de tú a las estrellas y porque dicen “el padre sol” y “la madre luna” y “la noche serena” o “el día está amurriado”, “o la trucha se pesca en los pocillos frescos y el cangrejo mejor es el de agosto” y saben refranes antiguos y a los vientos les cambian los nombres.

    Bienaventurados los vagos.



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