Como
todos, fui joven; como todos, quise tener éxito. Ese traidor que llega de fuera,
creyendo que sabe lo que de verdad necesitas, y que amparado en el placer y en
el gozo tanto íntimo como público suele dominar todos nuestros movimientos;
pero que siempre converge en una palabra difícil de definir: el vacío.
Nunca
quise ser un tipo normal, de esos que pasarían diariamente a tu lado por
la calle sin que lo mires, ni notes su presencia, y a quien jamás reconoces. Ha
habido en mi vida la cuota normal de muchachas, y me ha tocado la cuota normal
de desasosiego, turbación y agradecimiento.
Aunque
yo no lo quiera, lo soy. Soy un tipo normal. Mi aspecto es
corriente, parezco un educado empleado de nivel medio proveniente de las clases
modestas.
Para
cambiar, he decidido irme a Londres. Allí tengo dos amigos, Terry y Gregory que
junto a su hermana Úrsula podrán aconsejarme.
Gregory
es un hombre admirado, pasea por las zonas más exclusivas del West End, tiene
un gran coche, trabaja en una Galería de arte y vive las noches y las fiestas
diariamente; aunque parezca extraño, resulta muy aburrido ser acosado a
todas horas y continuo objeto de disputas. Es la cara del éxito: Sólo
piensa en el sexo.
Terry,
es todo lo contrario, se imagina convertido en una rutina, una rutina
triste como la de todos los personajes que conoce, y se cree que no hay
un lugar en el mundo para él. Es la cara del fracaso: sólo piensa en el sexo.
Úrsula,
su hermana, anda entre dos mares, medio desquiciada, dando clases de
administración; no está muy centrada y alguna vez ha pensado en recurrir
equivocadamente a los barbitúricos. Según Terry, es que la locura se está
democratizando, y ya no es cuestión de clases. Sólo piensa en el sexo.
Llevo una semana con ellos en este apartamento
del centro de Londres, moviéndome entre su éxito y su fracaso, y jamás he
encontrado en una historia a tres seres más vacíos: simplemente hazlo,
ese es el asunto. Embauca, intimida, abusa, soborna, ruega, solloza, incita,
ponte pelma, maldice, amenaza, estafa, miente; pero hazlo. Son pocas
palabras o, al menos, pocas razones para definir el camino del éxito o del
fracaso.
Ellos
son las caras de esa misma moneda que se denomina vacío; aunque a veces
confundan ese término con las palabras éxito o fracaso. Sin embargo, ellos
todavía no lo saben, son jóvenes; y por el momento no se preguntan quién los
protegerá cuando sean pobres, estén calvos y se hayan vuelto locos; por eso se
mueven de manera tan ágil entre la verdad y la mentira.
Nada
más simple que su juego de relaciones. No tienen nada. Parecen tres personas o
tres personajes sin alma. Son seres sin ninguna doblez, con una única cara. ¿Y
para cuando el amor?, ¿para cuando soñar?, ¿para cuándo vivir con una amplia y
franca sonrisa?, ¿para cuándo el gozo del aprendizaje en la alegría y en el
dolor?
¿Es
la sociedad o son ellos? ¿Eso es el éxito?: Pues, se parece mucho a la ruina.
El
temple de la gente se ha desgastado; los malvivientes van ganando; todo el
mundo acepta el hecho de que tiene que hacerse más detestable para sobrevivir.
El mundo se nos está poniendo cada vez peor.
Definitivamente
me voy de Londres. Terry y Gregory nada pueden aportarme. Uno y otro, aunque andan cambiándose el éxito y el fracaso con el paso de las páginas, siguen los dos vacíos:
todo es carne, todo es dinero, todo es sexo.
Me
hubiera gustado en este libro algún personaje que hubiese amado un poco, aunque
sólo fuera un poco. Quiero todo eso y quiero todo eso. No quiero lo que
él tiene, pero quiero lo que él quiere.
Con este graduado de Oxford he aprendido que
casi nadie quiere ser lo que es. Pero no es eso lo importante; lo importante es
qué hacemos con lo que somos. Porque, si no tenemos cuidado, ese vacío, que
siempre viene de fuera cuando creemos que viene de dentro, fácilmente se
adueñará de nosotros.
Para
estudiar ese raro concepto que nos promete la más cruel de las felicidades, Martin Amis es un autor demasiado crudo como para leerlo sin el aliño del
desapego y la media distancia.
Con
Terry y Gregory y Úrsula he aprendido que es la inteligencia emocional la que
mayormente toma parte en el logro de la felicidad, esa inteligencia que guía
nuestras relaciones personales y sociales, esa inteligencia que marca nuestro
tiempo y el que nos rodea; y a la que tan poco caso hacemos, porque sólo
tenemos ojos para cuidar a esa otra inteligencia del conocimiento.
¿Y
Terry? ¿Qué es lo que pasa ahora con él? No me digan que ha conquistado el
éxito.
¡Soberbio, Norberto! Una exitosa manera de presentar la obra de Amis e invitarnos a la reflexión sobre el "vacío" de la existencia humana.
ResponderEliminar¡Enhorabuena! Un abrazo.
Muchas gracias por tu comentario, María José. Son los personajes de este libro de Martin Amis quienes eligen el camino del vacío. No importa si viven el éxito o el fracaso, al final el resultado para ellos es el mismo. Pero creo, sinceramente, que la existencia humana puede y debe llenarse; a veces se llena con cosas buenas y otras no tanto. Cuestión de valores.
Eliminarllegué al libro por esta reseña, ya había leído otros de Amis, pero no sabía que éste estaba traducido. dejo esta cita: "Dios, las cosas en que puede llegar a convertirse la gente, y con cuánta rapidez. De niño, cuando miraba a un vendedor de tienda, o al cuidador de un estacionamiento o a un repartidor de leche —o a cualquiera dedicado a la tarea que fuese— suponía que cada uno de ellos siempre había querido ser lo que era, como si nunca hubiera sido cuestión de elección, como si todo aquello fuese inmutable. Aquellas criaturas parecían impasibles: seguramente carecían de vitalidad y de apetitos. Pero ahora comprendo que casi nadie quiere ser lo que es. Puede que no aspiren a ser ninguna otra cosa, pero, eso sí, no desean ser lo que son."
ResponderEliminarAndres