¿Dónde envías a Colón
para renovar mis daños?
¿No sabes que ha muchos años
que tengo allí posesión?
Lope
de Vega
“El
demonio ya es dueño de él; no llega con unos hombres o con otros, está en todas partes y es la
Humanidad entera quien debe desembarazarlo de su dominio”.
Cree
Schopenhauer que toda vida es esencialmente sufrimiento; y que el mal y el
sufrimiento se encuentran en la raíz misma de la existencia. En su opinión lo
que movería a todos los seres vivientes es el egoísmo, porque sólo aspiran, con
infinito afán, a mantenerse vivos en su existencia, y nada hay más favorable
para la voluntad de vivir que el culto al egoísmo.
Si
Schopenhauer hubiera escrito una novela, posiblemente la hubiera soñado con El
Reino de este Mundo, la novela de la igualdad; pero la igualdad en el
mal; la igualdad en el dolor; en la opresión de unos hombres por otros hombres; en la creencia de que el poder siempre causará sufrimiento. Sin importar si el
poder está en manos de blancos, de negros o de mestizos. ¡He ahí la prueba
irrefutable de que todos los hombres somos iguales!
Dotado
de suprema autoridad por los Mandatarios de la otra orilla, había proclamado la
cruzada del exterminio, elegido, como lo estaba, para acabar con los blancos y
crear un gran imperio de negros libres en Santo Domingo.
Ti
Noel evoca, viendo a los blancos morir, el viaje que hiciera años atrás, como
cautivo, antes de ser vendido a los negreros de Sierra Leona. Los blancos no
merecían otra cosa más que, al lado de las cabezas de terneros se
sirvieran cabezas de blancos señores en el mantel de la misma mesa.
Pero ni
siquiera la Revolución Francesa con sus bellas palabras de Libertad, Igualdad y
Fraternidad; pudo hacer nada contra el alma humana; incluso aunque unos
señores muy influyentes hubieran declarado que había de darse la libertad a los
negros; pero los hideputas monárquicos se negaban a obedecer.
Sueña
Ti Nöel, con el día en que todos los hombres sean libres, sin saber que ya ha
caído sobre ellos la victoria de los negros. Vuelve de Santiago a El Cabo y ve
que todo está cambiado:
Mucha
gente trabajaba en esos campos bajo la vigilancia de soldados armados de látigos, que de cuando en cuando lanzaban
un guijarro a un perezoso.
Los guardianes eran negros y negros también
los esclavos que andaban dejándose los lomos en la faraónica construcción que
era el sueño del nuevo megalómano en cuyas manos estaba el poder de la isla.
Nada ha cambiado pensó. Todos los hombres somos iguales ante el sufrimiento,
unos sufren y otros hacen sufrir. Como siempre.
Pronto
Ti Noel, anciano, se da cuenta de que vuelve a ser un esclavo: el viejo recibió
un palo en el lomo, dijo que conocía al rey, Henry Christophe, tan negro como
él, pero fue llevado a una celda. Y se dio cuenta al momento que todos
ellos, todos sin excepción, se debían a una esclavitud tan abominable como la
que había conocido en la hacienda de monsieur Lenormand de Merzy. Se
dio cuenta de que vivían la misma esclavitud pero con señores de distinto
color.
Ya
hemos vivido, se dijo, la esclavitud de los blancos y la esclavitud de los
negros; hace falta otra revolución. Y, en efecto, otra revolución viene en
camino: la revolución de los mestizos. Pronto el poder estará en manos de los
mestizos; pero ¿creen que llegará la justicia con ellos, la igualdad, la ausencia de egoísmo, la libertad?
Lean
El Reino de este Mundo, o sigan a Schopenhauer, para saber que el
mal y el sufrimiento están en la raíz misma de la existencia; para saber cómo
acabó la tiranía de los mestizos en la isla de Santo Domingo que en nada se diferenció de la de los blancos
ni la de los negros.
Seguramente,
nos demos cuenta de que ya gobiernen los nobles, los ricos, los pobres, la
clase media, los proletarios, los blancos, los negros, los amarillos o los
mestizos la justicia y la igualdad no viven en El Reino De Este Mundo.
Otra nueva revolución es necesaria y viene en camino...
No hay comentarios:
Publicar un comentario