sábado, 22 de noviembre de 2014

PREMIO FESTIVAL DE CINE DE BRACCIANO, EL CENTINELA


No voy a negar que he cavado trincheras o que anduve por las de Ivanica, sólo por comprobar qué debían de sentir los soldados dentro de ellas, mientras yo imaginaba las historias que las alimentaban; pero desde ayer hay unas trincheras a las que nunca voy a poder resistirme a no a volver de vez en cuando: las trincheras de Gaziel, seudónimo del reportero y escritor español Agustí Calvet (San Feliú de Guixols, 1887 – Barcelona, 1964) que recorrió, como testigo ocular, los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial, de cuyo inicio se han cumplido cien años.

Gaziel fue uno de los primeros corresponsales de guerra de la prensa española y el que más directamente conoció los frentes de la Primera Guerra Mundial, cuyas vivencias reflejó en los artículos que enviaba al diario La Vanguardia.

Al libro de Gaziel y, concretamente, a un fragmento que adapté para la realización de un corto que me encomendaron junto al equipo con el que he andado trabajando últimamente, le debo nada menos que un inesperado premio en Italia, (ya sé que no es elegante hablar de uno mismo cuando son los libros el tema central de este blog, pero como tengo mucho que agradecer a cinco compañeros míos, no me ha quedado otro remedio). De todas formas, tuve una vez un jefe que me recomendó, con no poca dosis de ironía, que si me dedicaba a los libros, a la poesía, al teatro, al periodismo, redes sociales o al cine, llevara siempre conmigo una corbata y  unas palabras de agradecimiento, porque nunca se sabe los vientos que mueven los reconocimientos, y algunas veces son inescrutables. Nunca le hice caso y ayer, por una vez, tuvo razón.

El corto que preparamos de El Centinela lo propuso el Departamento de Comunicación del Ejército, con motivo de cumplirse el centenario del inicio de la I Guerra Mundial, que tanto dolor sembró en los campos de batalla de Europa, para recordar aquella dramática guerra.

La grabación se realizó  en Tramacastilla de Tena, un bonito lugar del Pirineo oscense, muy recomendable para los que aman, de verdad, la montaña, y que refleja la dureza y soledad que tuvieron que sufrir los centinelas en las bocas de las trincheras de la Primera Gran Guerra, cuando los minutos duraban horas y las horas, años.

Ahora, no tengo más remedio que volver a leer el libro de Gaziel, En las Trincheras, por el simple motivo de que ayer, sin apenas saber cómo, seis tipos que nunca esperaron nada, recibieron la noticia de que habían ganado el Premio Especial del Jurado y la medalla del Presidente del Senado de la República de Italia en el Festival Internacional de cine de Brascciano. Y nos pilló sin corbata y sin palabras de agradecimiento preparadas, así que nos quedamos callados, sonreímos, y luego cuando nadie nos veía nos fuimos a celebrarlo.

Pero ya no puedo olvidar que como escribe Gaziel:  En las encrucijadas hay apostado un centinela con el fusil al hombro. Todo el mundo está obligado a detenerse….

Por cierto, no pude evitar llevar a Borges y a Juan Ramón Jiménez conmigo y alguien terminó escribiendo en un papel en un cuerpo de guardia de las trincheras francesas las palabras tigre, laberinto y Zenobia, aunque Borges en ese momento tuviera quince años y viviera en Ginebra, y Juan Ramón, como un poeta recién casado, navegara camino de Nueva York. Eso es lo más mágico que tiene el futuro, que es capaz de cambiar el pasado.




Gracias Ángel Manrique, Manolo García, Ángel Carlero, Abel Nogueira e Iván Jiménez; vosotros habéis escrito mi nombre en el papel que hay ahí arriba.


http://www.rtve.es/alacarta/audios/radar-30-en-radio-5/1547-radar-30-221214-centinela-2014-12-19t15-00-19090/2923178/


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