domingo, 26 de mayo de 2024

Mi amor por Ana Ozores

Cuando los vientos me han llevado a Oviedo, siempre la he visitado a ella, porque por allá saben de la poca distancia que habita entre el pensamiento y los hechos; saben de lo grato que es para el lector un mundo inventado de sentimientos y contradicciones, y de lo ingrato que es para los personajes que viven su extraña vida entre las páginas de un libro.

Pero, Ana Ozores descubrió cómo volver a la vida por la sola imperiosa necesidad del arte, que elige a sus propios seres inmortales.

Sé que Vetusta es Oviedo y sé que no poca gente de esta ciudad miró con malos ojos a la obra y a su autor por muchos de sus tonos crudos. ¿Son realistas o son naturalistas las palabras, los hechos y las flaquezas morales de la Regenta, Fernando de Pas o Álvaro de Mesía? Un triángulo que completa en su cuarto lado el regente don Víctor de Quintanar.

Ella, doña Ana Ozores, me contó hace muchos años que nunca consiguió cumplir con esos ideales sentimentales y afectivos que convocan a cualquier joven alma humana y la convierte en víctima de sus propios sueños no realizados.

Conmigo no acude en confesión, para ello ya está el magistral, porque se lo inventa todo, víctima de una psicología a la que la ha conducido el aburrimiento de una vida social casi vacía y una deficiente educación para la mujer.

Ana Ozores se perderá sin remedio o en brazos laicos o en brazos clericales. Su cuerpo se perderá sin remedio en otros brazos que no serán los míos.

Pero, yo siempre que venga a Oviedo o a Vetusta vendré a verla cada tarde, después de que la heroica ciudad duerma la siesta.

《El seductor de oficio y la dama se habían ocultado poco a poco entre los árboles, en un recodo de un sendero. El magistral sintió entonces impulsos de arrojarse de la torre...》




Y ya que estaba en Oviedo fui a ver a otros dos genios...






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