domingo, 13 de septiembre de 2020

NUNCA MATES A UN RUISEÑOR, UN LEJANO VERANO EN BRAZOS DE HARPER LEE


Todos hemos formado parte de la masa alguna vez, aunque pocos han sido capaces de darse cuenta que, cuando actuamos en multitud, cada uno de los que conforman esa multitud es responsable individualmente de sus actos. Pero para eso, hay que ser muy valiente, porque hay que saber que la única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de cada uno. Una turba cualquiera siempre está compuesta por personas. Todos ellos forman parte de una turba, pero aun así, siguen siendo personas.

Yo, de niño, conocí a un hombre así de valiente en el condado de Maycomb, Alabama. Como muchos de los viajes que he hecho en mi vida éste lo hice sin salir de casa, simplemente arramblando un libro de una de sus estanterías. Y ese hombre se llamaba Atticus Finch. En la portada del libro aparecía Gregory Peck que acunaba en un bonito porche del Sur a su hijo Jem. Jem, uno es valiente cuando, sabiendo que la batalla está perdida, lo intenta a pesar de todo y lucha hasta el final, pase lo que pase. Uno vence raras veces, pero alguna vez vence.

Atticus había nacido en Maycomb, mil generaciones lo antecedieron en aquella tierra. Mil generaciones que habían vivido codo con codo durante años con otras familias  que se relacionarían y se unirían entre sí; que tenderían a las actitudes admitidas, a los rasgos generales y hasta a los gestos que se habían repetido en cada generación y que el tiempo había refinado. Y contra todos iba a luchar Atticus Finch por una causa que él creía justa. Esta vez no luchamos contra los yanquis, sino contra nuestros amigos. Pero tenlo presente, por muy mal que se pongan las cosas siguen siendo nuestros amigos, y este es nuestro hogar.

Cuando Atticus empezó a defender a Tim Robinson de la falsa acusación de haber violado a Mayella Ewell, nuestros paseos por Maycomb dejaron de ser tranquilos; Jem y Scout no paraban de recibir frases hirientes y alguna vez tuvieron que defenderse con los puños. ¡Vuestro padre no vale más que los negros y esa canalla para la que trabaja! ¡Una Finch sirviendo mesas y uno en el juzgado defendiendo negros!; y no sólo cuando salíamos a la calle, que estuve todo un verano acompañando a Scout a todos lados, sino también en nuestra casa: Me imagino que no es culpa tuya que el tío Atticus sea además un amante de los negros, pero aquí estoy yo para decirte que ello mortifica de veras al resto de la familia.

Durante ese verano no dejé de anotar en un cuaderno de anillas, dedicado a copiar las frases de los libros que llamaban mi atención, cuanto decía Atticus que vivía en aquel lugar donde la palabra de un negro no valía nada frente a la palabra de un blanco. Lo único que tenemos es la palabra de un negro contra la de los Ewell. Las pruebas se reducen a "lo hiciste; no lo hiciste". No se puede esperar que el jurado acepte la palabra de Tim Robinson contra la de los Ewell, porque en nuestros tribunales cuando la palabra de un negro se enfrenta a la de un blanco siempre gana el blanco. son desagradables pero son realidades de la vida.

Yo sabía que Tim Robinson estaba perdido que lo iban a ahorcar sin remedio, Atticus también y Scout y Jem y todo el condado de Maycomb, y que no nos quedaría más remedio que llorar por el infierno puro y duro en que unas personas hunden a otras. Pero te diré una cosa, Norberto, y no lo olvides nunca: siempre que un hombre blanco abusa de un negro, no importa quién sea, ni cuan distinguida que haya sido la familia de la que procede, ese hombre blanco es basura.

Esta frase que me dirigió Atticus sólo a mí la apunté con un bolígrafo rojo en mi carpeta azul de anillas que perdí en una de las cinco mudanzas que hice con mis padres; pero para eso están los libros, para ser eternos y retomarlos de vez en cuando, no sea que se nos olvide que por nuestras venas también corren gotas de sangre negra.

Por cierto, aquel lejano verano durante mi estancia en Maycomb me enamoré perdidamente de la joven Scout. No tendría más de 11 años.



(Las fotografías son del primer día de instituto, septiembre de 1956, de Dorothy Counts, una de las primeras mujeres negras admitida en un instituto para blancos, una valiente que tras sufrir cuatro días de acoso, y su familia mucha violencia, tuvo que cambiar de instituto. De toda aquella masa no sabemos de nadie que saliera a defenderla. Yo lo único que espero es que se vean más de 60 años después y se mueran de vergüenza)

Atticus ese día seguía en el condado de Maycomb defendiendo a Tim Robinson de una falsa delación por violación a Mayella Ewell) ¿Qué piensas de Mayella Ewell? Ella es víctima de una pobreza y una ignorancia crueles, pero no puedo compadecerla, es blanca.

2 comentarios:

  1. Qué grande de Norberto! Cómo me has devuelto a mi adolescencia. Leí el libro con 16 años y nunca mas lo olvidé, años después vi la película y se convirtió en mi película preferida.
    Creo que entre personas no hay conciencias, hay afinidades; Dios los cria y las afinidades te juntan!!!
    Un fuerte abrazo!
    Carmen

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    1. Muchas gracias, Carmen, por haber leído estas letras sobre un libro que siempre tendrá valor; porque los valores que defiende son eternos. Lo malo es que es una lucha que no terminará nunca, posiblemente porque tampoco cambiará el alma humana.

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