viernes, 13 de septiembre de 2019

STEERSMAN, MI PADRE, NORBERTO RUIZ RODRÍGUEZ



Ayer, por el hospital, se pasó el descanso eterno a recogerlo.

Mi padre me dijo: "Escucha cómo suena a crujir de aparejos porque la tormenta tensa los paños que jalan de los mástiles". Rápidamente recordé: ese es el sonido del Cielo. Me lo enseñó él, Steersman, Norberto Ruiz Rodríguez,  mi padre.

Por eso, ahora, tengo que lanzar los cabos a las estachas de la memoria, y evocar tu vida.

Qué  no daríamos en casa por volver a oírte hablar de aquel Atleti en el que jugaste con quince años cuando te quiso fichar el Sevilla.

Qué no daríamos en casa por volver a oírte hablar de tus años de estudio en la Escuela de Naútica de San Telmo.

Qué  no daríamos por escuchar de tu boca esa historia de tu Servicio Militar como piloto en el minador Marte cuando le cambiaste el puesto al piloto titular con el deseo de viajar por Europa para terminar haciendo un desembarco en la guerra de Ifni.

Qué no daríamos por oír de tu boca otra vez la llegada a Haifa durante la guerra israelí de los seis días en un petrolero, donde empezaron a llamarte Steersman.

Qué no daríamos por atravesar contigo en aquel mercante sueco el canal de Suez en llamas rumbo al mar de China para sufrir un abordaje pirata en las costas de Camboya o atracar en Hanoi con material para el gobierno vietnamita...

Después de navegar por mil mares, volviste con nosotros a tierra; y aquí te esperaba la Caja de Ahorros de Jerez y el colegio El Picacho del Instituto Social de la Marina.

Y para que no te faltara de nada, tu sucursal bancaria sufrió un atraco. Y con una pistola en la sien te negaste a darle a los atracadores la llave de la caja fuerte , aunque la tenías en el bolsillo.

Qué no daríamos Charo, Lola, Tai, Estefa y yo por tu alegría, por volver a pasear los seis por La Calzada cuando nuestras manos no conseguían abarcar más que uno de tus dedos, y por todos los buenos momentos que vivimos juntos.

Dese luego, "si la muerte vino a buscar una verdad entre tus manos", no las encontró vacías, sino completamente llenas de vida.

Gracias, mi capitán, por tanta vida. Charo, Lola, Estefa, Tai y todos los que te conocíamos te damos las gracias por tanta, tanta, tanta vida.





















4 comentarios:

  1. Preciosa y maravillosa esa carta para mi padre un hombre inolvidable al que quiero con locura, gracias hermano por estas palabras

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    1. Charo, Lola, Tai, Estefa y todos los que le debemos tanto siempre lo tendremos en nuestra memoria.

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    2. Claro, eso es lo que pasa cuando tenemos en casa un gigante.
      Un besazo a todos los que lo quisimos tanto.

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  2. Suerte de haber tenido un padre así.
    Un abrazo

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