sábado, 16 de febrero de 2019

SOBRE LA LIBERTAD, CUANDO LEÍ DE SOSLAYO A JOHN STUART MILL


Una de las asignaturas obligatorias del sistema de enseñanza general por la que todo el mundo debiera pasar en su niñez es la de vivir, al menos durante tres años; pues el primero sería insufrible, el segundo de endurecimiento y el tercero de algo de disfrute; siendo el único niño o niña diferente.

Unos años donde seas el único niño de una raza en un colegio de niños de otra distinta, unos años donde seas el único niño no huérfano en un orfanato, el único niño con una tendencia sexual distinta a la de los demás, un colegio donde seas al único que le gustan las letras cuando todos adoran las matemáticas y el obtuso dibujo lineal. Un colegio, al fin y al cabo, que te forme en la individualidad, el único bien que es exclusivamente nuestro porque ya sabemos que constantemente la historia nos muestra la verdad reducida a silencio por la persecución; y si a veces no se la ha suprimido de modo absoluto, al menos ha sido retardada en muchos siglos. 

Seguramente, en ese colegio, sufrirás con dolor esa tiranía que impone la mayoría absoluta que es diferente a nosotros, o piensa diferente. Y si bien esa tiranía no tiene rígidas sanciones dictatoriales, deja en cambio menos medios de evasión; pues llega a penetrar mucho en los detalles de la vida e incluso encadenar el alma; y acarrea unos sutiles pesares que sólo son sostenibles con un fortalecimiento audaz del corazón. 

En esos tres años aprenderás, con todo el dolor de tu alma, que la disposición de los hombres, ya sea como gobernantes, sea como ciudadanos, a imponer sus opiniones y gustos como regla de conducta a los demás, está tan enérgicamente sostenida por algunos de los mejores y peores sentimientos inherentes a la naturaleza humana, que ésta no deja de imponerse más que en el caso de que le falte poder para ello; y si eres el único diferente, esa naturaleza humana se impondrá a ti sin condiciones y sin mesura.

En esos tres años aprenderás que la única libertad que merece este nombre es la de buscar nuestro propio bien a nuestra propia manera, en tanto que no intentemos privar de sus bienes a otros, o frenar sus esfuerzos para obtenerlos.

Aprenderás en esos tres duros años que el más importante servicio que un ser humano puede prestar a sus semejantes es revelar al mundo algo que le interese profundamente y que ignoraba, demostrarle que está equivocado con respecto a cualquier punto vital de su interés espiritual o temporal. 

Y aprenderás a usar los puños, porque hay lugares donde nunca viene del todo mal tener armas para luchar por la libertad, porque si algo se aprende siendo el único diferente en un mundo de iguales es que no hay libertad de renunciar a la libertad. ¡Ah!, por cierto, durante esos tres años te deseo mucha suerte porque te va a hacer mucha falta.







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