domingo, 17 de marzo de 2013

BOUDICA, REINA DE LOS ICENOS



Regions Cæsar never knew 
Thy posterity shall sway
Where his eagles never flew
None invincible as they.

                          William Cooper

Las regiones que César nunca conoció
La dominará tu posteridad
Donde las águilas de César nunca volaron
nadie tan invencible como Tú.





Aterrizamos en el aeropuerto de Stansted en uno de esos aviones en los que tienes que dejar el equipaje de mano bajo los pies, donde venden cigarrillos electrónicos para los fumadores compulsivos que dejan escapar vapor de agua y algún que otro latido, en donde te apañan el billete de metro o autobús a Londres y, para finalizar el vuelo, organizan una tómbola.

He de decir, a favor de la tripulación de cabina, que todo ello lo hacían con una sonrisa y sin dejar de dar ánimos a todos esos jóvenes, cuyo futuro se está comiendo esta crisis con la que se toparon sin merecerlo, (que merecieron otros que no la sufren) y que volaban a Londres a buscarse la vida con miedo y con valor, como van todos los soldados al combate: “Yo también salí de España con una maleta y dieciocho años. Ya veréis como todo sale bien”.

A aquellos dos chicos que estaban sentados junto a Jorge espero que les haya ido muy bien. A ellos dos, y a todos los demás, que eran muchos: “Ahora son las Olimpiadas y nos han dicho que hay trabajo”. “Seguro que sí”, les dije. “Jorge, dales un par de besos, que se lo merecen”, y Jorge, con siete años, les da un par de besos y no entiende por qué yo he dicho eso.

Nosotros íbamos a ver a unos amigos, hijos de Withman y de Cristo, que desde la lejana Utah llegaron a la lejana Toledo y desde la lejana Toledo volaron a la lejana Cambrigde.

Llovía cuando aterrizamos. El campo inglés estaba verde, color aceituna y brillante de humedad. Con ese paisaje y en esa tierra no me quedaba más remedio que abrir los Anales de Tácito, agarrar las armas y acompañar a la reina Boudica al combate contra las Águilas de Roma.




El rey Prasutagus acababa de morir, y había declarado herederas a sus hijas y al César de Roma, ya que al  no tener hijos varones, (como siempre el daño a los derechos de la mujer), pensaba que ese tipo alianzas preservarían al reino Iceno. Se equivocó. Roma no tardó en reclamar para sí el territorio Iceno y la dote que ahora, tras la muerte del rey, estaba encomendada en el testamento a la reina regente Boudica.

Llegaron como lobos. Los vi entrar en la oscuridad con sus antorchas y con palabras latinas que supuraban de sus bocas, tan lejanas de aquella poesía que yo amaba y que hizo grande el latín. Pude oírlas con total claridad. La reina se negó a este abuso y no tuvieron contemplaciones. Con horror vi como era sacada de palacio a golpes, cómo fue desnudada y azotada, ella, una reina, ante los impúdicos ojos de los invasores. No se pararon ahí, Ella, una reina, sufrió la afrenta de ver a sus hijas, unas niñas, violadas por los asaltantes mientras el látigo se cebaba con su carne.

Y escribe Tácito en sus Anales: "Y como si de toda aquella región se hubiera hecho un presente a los romanos, fueron despojados los principales Icenos de sus antiguas posesiones, y los parientes del rey puestos en el número de los esclavos.
Movidos, pues, con estas afrentas, temerosos de otras mayores, y viéndose ya reducidos a sujeción en forma de provincia, arrebatan las armas después de haber incitado a la rebelión a los Trinobantes y a otros pueblos no habituados aún a la servidumbre, y en sus secretas juntas habiendo jurado de comprar la libertad con la vida; mostrando particular aborrecimiento a los soldados veteranos; porque llevados poco antes a poblar la colonia de Camaloduno, los echaban de sus casas, les quitaban sus heredades y posesiones, llamándolos cautivos y esclavos. Favorecían también los demás soldados la insolencia de los veteranos jubilados, por la conformidad de la vida y por la esperanza de tener la misma licencia". 


Parece que no había más salida que la guerra y en ella me alisté. No era la primera a la que iba, pero ni aún así me desprendía del miedo y del valor. Boudica recogió su cetro hecho pedazos y con la fortaleza de sus palabras nos llevó a todos al combate.
Primero cayó Camulodonum (actual Colchester). No hubo piedad.Todos fueron pasados a cuchillo por las huestes embravecidas por las palabras de la pelirroja, afrentada y, a la vez, arrogante reina Boadicea, como la llamaban los romanos.
No distinguimos a soldados, ni a esclavos, ni a mujeres, ni a niños, todo lo que olía a Roma o a sus secuaces fue quemado, violado y destruido. Pagamos con la misma moneda de César porque el dinero no tiene ni alma ni frontera, y le dimos al César lo que era de César y a los dioses les dimos aquello que les pertenecía: el alma de nuestros enemigos.

Leo el XXXII de los Anales de Tácito y veo el futuro:

"Entre estas cosas, en Camalodonum cayó una estatua que allí había de la Victoria, sin ninguna causa aparente, vuelta con el rostro en contrario de donde podía venir el enemigo, como cediendo y dándole lugar; y las mujeres, llevadas de un furor desatinado, cantaban que estaba ya cerca la destrucción de aquellos pesados huéspedes romanos. Y el ruido y los bramidos espantosos que se oyeron en las casas del ayuntamiento, el eco de terribles aullidos en el teatro, y cierta visión o fantasma que se vio en el reflujo del mar, amenazaban la total destrucción de aquella colonia.
Tras esto, el ver al océano de color de sangre, y las figuras como de cuerpos humanos que iba dejando impresas en la arena el agua a su menguante, así como los ingleses lo tomaban por buen agüero, asimismo causaba en los veteranos particular terror.
Mas, porque Suetonio se hallaba lejos, pidieron socorro a Cato Deciano, procurador de la provincia, el cual les envió solamente doscientos hombres mal armados; y en la colonia había pocos soldados, asegurados a su parecer con la fortaleza del templo; aunque por estorbado, los que se entendían secretamente con los rebeldes no abrieron fosos, no levantaron trincheras, ni acabaron de resolverse en descargarse de la gente inútil y quedarse solamente con la juventud, para resistir con ellos al enemigo. 
Estando, pues, así desproveídos y descuidados como en tiempo de paz, los rodea, acomete y entra de improviso una gran multitud de bárbaros, y en aquel primer ímpetu fue saqueado y abrasado todo. El templo donde se retiraron los soldados se tomó por asalto con sóla la resistencia de dos días. Los ingleses victoriosos, saliendo al encuentro a Petilio Cerial, legado de la novena legión, que venía en socorro de los romanos, rompieron la legión y degollaron toda la infantería, salvándose Cerial con los caballos dentro de los alojamientos por beneficio de las trincheras. Atemorizado de esta rota, el procurador Catón, y del aborrecimiento concebido contra él por toda la provincia, a la que su avaricia había hecho tomar las armas, se retiró a la Galia."

La reina en persona degüella tantas gargantas como su sombría espada puede, y un río de sangre oscura en la noche escribe la contienda. La siguiente plaza desolada fue Londinium (la actual Londres). Tampoco hubo piedad en los ojos de Boudica o Boadiccea, como la llamaban sus enemigos.

Suetonio venía a nuestro encuentro con dos legiones; y nuestros más de cien mil mal armados Britanos iban a convertirse en carne triturada. Yo lo sabía porque en la batalla no sólo cuenta la voluntad de vencer o la justicia de la empresa. Los Britanos se ataron a sí mismos colocando los carros de vituallas y a mujeres y niños en la retaguardia. con lo que perdían mucha libertad de acción si se tornaba funesto el combate. De esa forma sólo cabía la victoria. Pero cuando el enemigo ha elegido el terreno, con bosques y montes que achicaban el espacio, impidiendo el movimiento y el flanqueo, no importaba que los superáramos cinco a uno en la batalla. Ya habíamos perdido otro principio general de la guerra: la capacidad de ejecutar nuestros planes y de adaptarnos a nuevas circunstancias. Todo esto ya lo demostró Leónidas y sus trescientos espartanos en las Termópilas; no era suficiente superar en número a las legiones romanas.



.Suetonio ya estaba a la vista y la reina, montada en su carro nos arengó hasta el último momento, como reina y como mujer: 

"¡No es cosa nueva para los Britanos pelear bajo del gobierno de mujeres; mas que, sin embargo, yo, Boudica, quiero proceder, no como descendiente de tan famosos y ricos progenitores; sino para vengar como una de las demás mujeres del vulgo la libertad perdida, el cuerpo molido a azotes y la virginidad quitada a sus pobres hijas; habiendo pasado tan adelante los apetitos desordenados de los romanos, que ni a los cuerpos, ni a la vejez, ni a la virginidad perdonaban, violándolo y contaminándolo todo.
Mas que los dioses favorecerán más a las venganzas justas, como lo ha demostrado bien la Legión degollada que se atrevió a pelear. Los demás o escondidos en sus alojamientos, o buscando caminos por donde huir, no sufrían el estruendo y vocería de tanto número de soldados, cuanto y más el ímpetu y las manos.
Vosotros, si consideráis bien la cantidad de la gente de ambas partes y las causas de la guerra, haréis resolución de vencer o morir en esta batalla; las mujeres, a lo menos, hecha tenemos esta cuenta. Vivan los varones, si quieren, en perpetua servidumbre. No está hecha la esclavitud para la mujer.!"

Díganme qué hombre no agarra la lanza y el escudo y se lanza con ella al combate. Todos fuimos a morir por la reina.

Empecé a recitar el XXXVII de los Anales y en el latín de Tácito, y pregoné el futuro que los Britanos no entendieron. Así que fuimos todos a la muerte:

"Estuvo firme al principio la legión, teniendo en lugar de reparo la estrechura del puesto; mas después que llegados los enemigos a tiro de dardo, hubieron los nuestros gastado, y no en vano, todas sus armas arrojadizas, cerraron impetuosamente en escuadrón apiñado.

No fue menor el ímpetu con que embistió la gente de socorro, y la caballería, con las lanzas en ristre, rompe y atropella cuanto topa y le hace resistencia. Volvieron los demás las espaldas, aunque podían escapar con dificultad, habiéndose ellos mismos cerrado el paso con sus propios carros.
No se abstuvieron los nuestros de matar hasta las mujeres; y los caballos, atravesados con nuestros dardos, hacían mayor el número de los cuerpos muertos.
Grande y esclarecida gloria fue la que se ganó este día, digna de compararse a las antiguas y más nobles victorias; porque hay quien escribe que, con la pérdida sola de cuatrocientos de los nuestros y pocos más heridos, quedaron en el campo degollados al pie de ochenta mil ingleses.
Boudicea acabó su vida con veneno, y Penio Póstumo, prefecto del campo de la segunda legión, viendo el suceso próspero de las legiones catorce y veinte; por haber defraudado de la misma honra a los de la suya, no habiendo, contra las órdenes militares, cumplido las que le dio el general, se atravesó el pecho con su propia espada".

No se abstiene Tácito de denigrar el valor de la reina afirmando que se dio muerte con veneno. No fue así. Como guerrera se dio muerte atravesándose con la espada. Sin miedo al acero. Ningún romano pudo verlo, nosotros sí. Se atravesó con su espada, después de atravesar con la espada a sus dos hijas. No hay libro que recoja este final en sus historias, y para la posteridad ese final nunca existió.

La reina fue enterrada a la manera celta.
Recordé el poema épico Beowulf que volaba recitado de padres a hijos en las plazas y casas celtas:

Command the warriors famed in battle build a bright mound after my burning at sea headland.
It shall tower high on whale Ness. A reminder to my people so that seafarers may afterwards call it Beowulf´s barrow when they drive their ships from a far over the dark waves.

(Manda que se alce en el mismo lugar en que ardiese la pira con su cadáver en el horizonte del mar un altísimo túmulo. Él sobrepasará en altura a la ballena Ness. Un recuerdo para mi pueblo y desde lejos visible para la gente de la mar, y que cuando lo vean desde más allá de las oscuras olas puedan decir allí está el carro de Beowulf. Su rey).

Arde la pira de la reina y yo tengo que volver a casa.

Nos despedimos de nuestros amigos, hijos de Withman y de Cristo y les doy las gracias por su hospitalidad y por su Biblia, y por haberme curado la herida de la pierna, que ellos creyeron que fue en un partido de fútbol en Fulbourn Village, sin saber que yo andaba combatiendo con la reina Boudica contra los romanos.  

Volvimos a coger un vuelo con las maletas en nuestros pies y pronto eché de menos a los jóvenes que sólo llevaban billete de ida. Espero que en el reino de los Icenos les haya ido muy bien. Rápidamente intentan vendernos alguna que otra fruslería en el avión, y me decido con Jorge a echar en la tómbola. Perdimos los euros. Debí hacerle caso a Kug Fut Sé: Nunca juegues, si sabes que vas a perder eres un idiota y si sabes que vas a ganar eres un miserable tramposo.









Lugares:

Las fotos corresponde al Castillo de Mountfichet en Stansted. Es una bonita reproducción de un castillo con pueblo normando, del siglo XI. Dentro hay muchos animales y los niños disfrutan con ellos. Jorge se hizo amigo de un ciervo y casi nos lo tenemos que traer.

No suelo dar muchos nombres de los sitios que visito en los viajes. Creo que todo el mundo debe ir probando y tiene el derecho a equivocarse. Nosotros, hemos cometido todos los errores posibles y algunos dos veces, (esta frase es de Borges, no me resisto a no darle pie en una entrada), pero si alguien va a ir por Cambrigde le voy a dejar caer algunos lugares que pueden ser interesantes.

Nuestros amigos y sus niños Gio y Meg Lucía vivían en Duxford Village, hasta allí fuimos a verlos.

En Duxford Village se puede visitar el Museo Imperial de la Guerra, lleno de aviones y donde a Jorge y a mí nos dio por pilotar un Concorde. En ese mismo lugar y en esos mismos días estaban probando coches de Fórmula 1 y; desgraciadamente, en ese mismo lugar y en esos mismos días María de Villota, pilotando un Fórmula 1 tuvo el accidente. Desde entonces siempre la relaciono con la reina Boudica. Honor y gloria a las valientes.

En Stansted visitamos el Castillo de Mountfichet, con animales para los niños, y el museo de juguetes. Ir con niños tiene siempre alguna que otra servidumbre.

Para comer salchichas, nada como el mercado de Saffron Walden Village, y cerquita queda Audley End House, típica casa victoriana donde uno vive la experiencia de los dos mundos separados que hemos visto en las series Británicas de televisión. Arriba y abajo. Los nobles y la servidumbre. Me recordó a la película Lo que queda del día. En ese mismo sitio nos montamos en el Audley End Miniature Railway; un tren en miniatura. Jorge nos pide que de vez en cuando le alabemos sus gustos. "papi, ya sé que la casa de los herederos de Riyard Kipling está bien; pero ¿podemos montarnos en el tren en miniatura dieciséis veces seguidas?

En Heydon Village, hay un buen sitio para cenar y acabar con la leyenda negra de la comida inglesa: el Pub William IV, que comúnmente se le conoce como La Bruja porque la dueña viste a la manera gótica haciendo juego con el Pub. Se come estupendamente. Platos elaborados y cocina de calidad. Me imagino que sigue así. De postre recomiendo el Eton Mess.

En Cambridge, como no podía ser de otra manera, visitamos esos lugares en los que me hubiera gustado estudiar. El King´s College, el Trinity College, el St. Mary´s, el St. John´s, el Corpus Christy, que suelen tener el mayor número de Premios Nobel por metro cuadrado. Libros, historia y versos: lo necesario para vivir allí.
En Cambridge la calle principal, King´s Parade, está muy animada y hacen un chocolate muy bueno en una de sus tiendas. Visité el Pub donde hace sesenta años se dio cuenta por primera vez del descubrimiento de la cadena de ADN y luego comimos Cornish pasties para el almuerzo. Después intentamos hacer "punting" en el río Cam pero la corriente desapacible no lo aconsejó y porque mi espíritu vikingo aguarda para cuando les hable de Bergen en los fiordos.

El último día visitamos  Wimple State y su granja; y no me podía ir sin jugar un partido con el Chelsea. Me ficharon ese mismo día, eso sí tuve que darles referencias. Nada les dije de mi herida durante los combates apoyando a la reina Boudica. Así que Pete, un amigo de Alex, me prestó unas botas, la equipación y nos fuimos a un bonito campo verde que estaba en Fulbourn Village, jugué medio partido y no lo hice mal, la herida acabó conmigo y no pude llegar al segundo tiempo. Al principio, cuando el resto de jugadores me preguntaban cómo me llamaba y yo se lo decía, no acertaban con el nombre; así que decidieron llamarme Torres. Y con Torres me quedé.

Por cierto, llovió todos los días.

Gracias Emily, por tus libros (Ray Bradbury) y por tu Biblia. ¿Nos vemos en Utah? Espero que antes.







1 comentario:

  1. Mientras la Antigüedad existe para nosotros, nosotros para ella no existimos. Siempre ha sido así y será así. Este hecho invalida en cierto modo nuestra aproximación al mundo clásico. En términos cronológicos, y me temo que también genéticos, la distancia entre ese mundo y nosotros es demasiado inmensa para implicar causalidad alguna: a nuestros ojos es como si la Antigüedad surgiera de la nada...
    ¿Qué reconocería un romano antiguoque despertara de repente en este mundo de hoy?: una nube en lo alto, las olas azules,un montón de leña, la horizontalidad de la cama o la verticalidad de la pared, pero ningún rostro...

    Joseph Brodsky
    (Homenaje a Marco aurelio)


    ¡Qué fácil nos hacen los poetas pensar! Se sientan en una calle del foro en Roma y les sale algo parecido a esto. ¡Qué envidia!

    He visitado dos veces Roma. Me he sentado en el Foro toda una mañana y, al final, decidí cerrar mi libreta de notas y leer a Robert Graves. Ahora que están de moda, se echan mucho de menos novelas históricas como las suyas. Históricas de verdad quiero decir.

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